Monday, October 03, 2005

Sistema electoral en México: incentivos perversos

Hoy tuve una brevísima entrevista con el programa Zona Abierta de Televisa (jueves 6 de octubre). De manera muy concreta me preguntaron sobre las deficiencias del sistema electoral y de partidos en México. Preparé unas notas como para cinco minutos--pero al final de cuentas me pidieron sintetizar mis ideas en 45 segundos. Esto fue lo que intenté decir:

La transición política mexicana ha permitido una competencia real entre partidos, erigir un árbitro electoral confiable y un mecanismo para dirimir controversias. Sin embargo, las reglas del juego del sistema electoral producen incentivos perversos.
  1. El modelo de democracia subsidiada y sobre-regulada produce partidos rentistas y no atrae a los políticos con mejores proyectos o cualidades personales, sino a aquellos que son más hábiles para “moverse” dentro de sus partidos y en la “grilla” en general. Los políticos pueden ser perdedores y aún así allegarse recursos importantes y hasta una curul.
  2. Los partidos grandes tienen más incentivos para generar una estructura paralela de financiamiento y negociar para sí mayores subsidios desde el Congreso, que para diversificar o transparentar sus fuentes de financiamiento.
  3. Los partidos chicos tienen escasos incentivos para intentar crecer: su tamaño reducido les permite allegarse recursos cuantiosos a pesar de sólo contar con “candidatos perdedores”—pero con curul. Su representatividad y contribución al debate público es mínima—pero son empresas financieramente rentables.
  4. En cuanto a la creación de nuevas opciones políticas, es más fácil que resabios autoritarios como el SNTE y otros sindicatos públicos logren crear un partido político nuevo, a que otros grupos de la sociedad civil logren organizarse exitosamente.
  5. Para lograr ser candidato, un pre-candidato potencial tiene más incentivos para congraciarse con la dirigencia de su partido—quienes a final de cuentas controlan el dinero público y el proceso de nominación—que para lanzar propuestas o iniciativas novedosas para el electorado.

En suma, esto reduce la capacidad de innovación del sistema político y facilita que “los peores cuadros” asciendan al poder. Por ello, el surgimiento de una “nueva clase política” nos parece tan lento.

Mis otras notas hablaban sobre la relación IFE-partidos, el debate entre financiamiento público vs. privado, y la sobre-regulación de la competencia política--pero eso tendrá que esperar a mis siguientes 60 segundos.

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