Ayer se transmitió mi segunda aparición en Zona Abierta (grabada quince días atrás). El tema original era "izquierda, legalidad y democracia en México". A la hora de la verdad, el tema fue "AMLO, legalidad y democracia". El panel estuvo un poco sesgado pues ninguno de los presentes éramos grandes admiradores de AMLO, pero fue divertido de cualquier modo.
Las preguntas centrales fueron estas, seguidas de mis respuestas sintéticas:
1. De llegar al poder, ¿qué tan serio es el compromiso de AMLO con la legalidad?
AMLO se concibe a si mismo como un "luchador social" que ha usado con éxito tanto medios legales como extra legales--ojo, no digo ilegales sino movilizaciones y marchas--para lograr sus supuestos objetivos de justicia social. Gran parte de su credibilidad pública esta basada en esta muy estratégica imagen.
El sistema legal en México es frágil, y muchas veces injusto. Por ser frágil, el presidente tiene amplios márgenes de maniobra para usar la ley como instrumento de política. Por ser injusto, es electoralmente rentable para un candidato prometer luchar por la justicia antes que por la legalidad. Esto implica una disyuntiva riesgosa: hacer política con la ley o mas allá de la ley.
A menuo AMLO parece enviar el mensaje de que, de llegar al poder, usará su honestidad valiente y sus ideales de justicia para resolver los problemas del país independientemente de los límites de la ley. Para cualquiera que entienda algo de estado de derecho, esto es un serio riesgo de regresión.
2. ¿Es posible que AMLO sea una especie de Hugo Chávez mexicano?
Ésta es fácil: No. México es 1) una economía diversificada muy ligada a los E.U., en vez de monoexportadora como Venezuela; 2) el poder político en México está más descentralizado: los partidos son fuertes y la separación de poderes es joven pero parece más sólida que allá. La combinación de ambos factores impone más contrapesos al presidente en México que en Venezuela (One hopes!)
3. ¿Son suficientemente sólidas las instituciones mexicanas para hacer contrapeso al voluntarismo de AMLO?
Opino que si. Aunque la democracia mexicana es joven, los usos y costumbres de sus actores políticos y sus instituciones son suficientemente sólidas (ojo, no digo que sean socialmente eficientes). ¿Sería deseable tener mejores instituciones? También, pero ese es otro tema.
4. ¿Tiene razón AMLO en decir que por "el bien de todos primero los pobres", y que la corrupción es el principal problema público de México?
No conozco a ningún político que opine que la pobreza y corrupción no son un problema nacional grave. El problema es cómo se pretende atender tales problemas. Ambos requieren reformas serias--es decir, políticamente costosas. AMLO no parece querer decirnos qué tipo de reformas impulsaría ni cómo lo haría. Cuando tuvo amplia mayoría en la Asamblea del D.F., no pareció haber impulsado grandes reformas: más bien se mantuvo lejos de temas controversiales y politicamente costosos.
La plataforma de AMLO es básicamente ofrecer un mayor esfuerzo redistributivo, pero no quiere hablar de la reforma fiscal necesaria para financiarlo, por ejemplo. Detonar un mayor crecimiento económico generaría beneficios sociales más amplios que la mera redistribución. Pero eso requiere muchas y muy bien pensadas reformas. Un voluntarismo redistributivo, por más honesto y valiente que sea, no será suficiente si AMLO no sabe mucho de políticas públicas eficientes.
Friday, December 23, 2005
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